Mostrando entradas con la etiqueta aprender. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta aprender. Mostrar todas las entradas

sábado, 16 de febrero de 2013

Maestros, de los que dejan huella


hospital_quiron_torrevieja_aerea

Cuando hace casi dos años, estando terminando la residencia, decidí mandar mi CV a un hospital que, si bien estaba en Torrevieja, lejos de Madrid, tenía un servicio de radioterapia que me gustaba (con IMRT, IGRT, Raidoterapia Estereotáxica Cerebral , Radioterapia Estereotáxica Extra-Craneal, Radioterapia Intraoperatoria y Braquiterapia), no pensé que acabaría siendo mi hospital a día de hoy.  Seguían teniendo un anuncio en la página de la SEOR (Sociedad Española de Oncología Radioterápica), pero sabía que volvían a ser 3 médicos y creí que no me necesitarían.  Pero la vida está llena de sorpresas y su jefe de servicio lo vio, preguntó por mí en mi servicio y, tras una entrevista en Semana Santa y unas cuantas dudas antes de dar el paso a irme de Madrid,  decidí que, si finalmente me querían, sería mi próximo hospital.

No puedo decir que fuera una decisión fácil, porque no lo fue. Acostumbrada a vivir en Madrid, con mi familia y mis amigos de toda la vida cerca, irme sola a vivir a Alicante era un paso grande. Muchos pensaréis que tampoco es para tanto (en tren en 3 horas y media estoy en Madrid), pero para mí lo fue. Y quienes me leéis bien sabéis que algún que otro fin de semana aquí ha sido duro... Pero el tiempo pasa y si hoy me encuentro escribiendo estas líneas es porque mis adjuntos tenían razón cuando me dijeron que no me arrepentiría. 

Puedo deciros que desde que llegué allí no he parado de aprender. Cuando el 1 de Junio de 2011 aterricé en el Servicio de Oncología Radioterapia del Hospital USP San Jaime (ahora Quirón Torrevieja) empecé a comprobar que mis adjuntos no mentían. Llegué para ayudar a Ignacio con la braquiterapia y a encargarme de las pacientes ginecológicas. Como decía siempre él: "de cintura para abajo nosotros y de cintura para arriba Rosa y Francesco (entonces él, ahora Loubna)" exceptuando los tumores de cabeza y cuello que siempre le han gustado y ha conseguido que a mí también me gusten. (Complejos, pero cada uno es un nuevo reto y en eso está su "belleza", una no para de aprender)

Fue pasando el tiempo y, sin darme apenas cuenta, fui absorbiendo todo lo que Igancio (el Dr. Azinovic) y Rosa (la Dra. Cañón) me iban enseñando. Como era del equipo de Ignacio (el de las braquis), es inevitable que sea de él de quien más he aprendido hasta el día de hoy y por él por quien estoy escribiendo hoy esta entrada. 

Siempre he sido una persona un tanto insegura, llena de dudas y que siempre ha buscado el visto bueno de los demás. No penséis mal, si algo hago mucho (o intento), es trabajar y buscar lo mejor para mis pacientes (como todos) pero siempre he necesitado la aprobación de los demás. Eso creo que es algo que Ignacio sabía desde que me vio y, desde que empecé a trabajar con él, el mismo día 1, me lo demostró. Se encargó de viera que confiaba en mí, de animarme a hacer las cosas por mi misma (él estaba conmigo por si necesitaba cualquier cosa, pero yo podía hacerlo sola y quería que lo supiera). A veces me encontraba sola y me agobiaba por ver a un paciente que no conocía, pero al final lo veía, salía del paso y comprobaba que era cierto, ¡yo podía! 

Cada vez que Ignacio leía un artículo sobre algún tema que podía interesarme me lo decía y no paraba de compartir todo lo que sabía conmigo. Y yo, aunque en su momento no lo apreciaba, era como una esponja, absorbiendo todo lo que podía sin apenas darme cuenta.

Con la braquiterapia de próstata, sólo hubo una vez, la primera, que me metí con él y no me lavé (y fue porque preferí ser una simple observadora), las demás me animó a lavarme y a hacer el implante con él, a opinar... hasta que llegó el día que él estaba pero era yo quien hacía la mayor parte ( y todo lo que hacía lo  había aprendido de él).

Hace poco más de 2 meses llegó la triste noticia (por lo que perdíamos, no por lo que le esperaba, que prometía), se iba a Madrid, al grupo IMO, con otro cargo y con nuevos retos. (Imagino que a estas alturas ya sabrán lo mucho que han ganado con él allí y, si no es así, no tardarán en hacerlo).

Los que nos quedamos nos quedamos tristes, le íbamos a echar muchísimo de menos por aquí y personalmente por un momento tuve la sensación de que el mundo se me venía encima. Siempre le tenía como mi referencia, mi consultor, mi maestro... y, de repente, se va. Sabía que se quedaba Rosa, otro gran apoyo que siempre he tenido en el hospital, pero sólo podía pensar que como jefa, no debía  agobiarla con lo mío también, sólo con lo necesario y... uffff! Encima las braquiterapias siempre las había hecho con Ignacio cerca, apoyándome, dándome seguridad y... ¡¿ahora qué?!.

Quienes me conocéis bien sabéis que lloré, me agobié, lo pasé mal, dudé... pero llegó el día en que Ignacio ya no estaba en el hospital y tuve mi primera braqui sin él y... ¡salió bien! Y más que eso, al salir, Rosa le había dicho que esa tarde era mi primera braqui sin él y apareció!!! Fue como todo un premio. No pude hablar mucho con él pero creo que no hacían falta las palabras para decirle la ilusión que me hizo verle. Luego llegó la segunda, la tercera... y aquí sigo, él tenía razón, ¡yo podía, yo puedo! Y he aprendido tantísimo de él...

En la vida hay personas hechas para enseñar, para compartir... y él es una de ellas. Espero que no suene a peloteo porque no es lo que pretendo, pero sí que quiero ser agradecida. Le echo de menos en el servicio (como todos los demás) y cada vez que hago algo pienso: "Ignacio lo haría así; vi un caso parecido con Ignacio e hizo esto; hay que cubrir bien esto; que pase esto es normal, no tengo que preocuparme..." Ufff!!! No puedo deciros todo lo que me ha enseñado y lo que me he quedado del año y 7 meses que he trabajado a su lado, pero os aseguro que  ha sido mucho, muchísimo. Hay maestros y Maestros y para mí él es de los segundos. Ni se imagina todo lo que le debo.

Estando en la residencia ya me dijeron que cada adjunto me enseñaría su forma de trabajar y luego yo gerenaría una propia con lo que más me gustara de cada uno y es totalmente cierto. Estando en la residencia aprendí mucho, pero, como me dijeron  allí antes de acabar: "Tere, los primeros años como adjunta es cuando más se aprende". Todavía sólo llevo 1 año y 9 meses pero os aseguro que es así y creo que hice más que bien animándome a salir de Madrid porque he tenido la suerte de coincidir con Ignacio y aprender muchísimo con él. Ahora con Rosa sigo aprendiendo, confía en mí, me cuida y me da la seguridad que me hace falta. No sé cuánto durará ésta etapa de mi vida, pero dure lo que dure ya estoy convencida de que será una de las más importantes a nivel profesional.

Dicho todo esto, dos cosas:
  1. Siento el rollo a todos lo que me leéis, pero bien sabéis que Carpe Diem siempre ha sido un sitio donde he compartido una parte de mí y de mi vida.
  2. Ignacio, ¡gracias por todo, de verdad!
Para terminar no podía hacerlo de otra manera:


Aunque para la canción hay un vídeo mucho mejor ... ;)


jueves, 5 de enero de 2012

De todos aprendo


Llevo unos días pensando en escribir la primera entrada del año y, por liarme con temas que me cuesta mucho abordar, no lo he hecho todavía. 

Ayer mismo lo intenté y terminé diciendo lo que supongo me acabará pasando, y es que al final lo actualizaré tan poco que puede que acabe siendo algo que fue una bonita experiencia.

Hoy, por cambiar e intentar que Carpe Diem no acabe en el olvido, mi olvido, os escribo desde el tren, con el móvil. No quedará una entrada bonita, justificada... Pero menos da una piedra.

Esta vez quiero compartir con vosotros una reflexión tan simple como que somos lo que somos gracias a aquéllos que se cruzan en nuestras vidas cada día. Tanto los que aportan algo positivo y nos dan cualidades que queremos tener,  como quienes nos dan lo "negativo" o, por decirlo de alguna manera, lo que no queremos ser.

Esta tarde, cuando venía en el coche de camino a Alicante, me he puesto por pensar en quién soy yo como médico a día de hoy y me he dado cuenta de que tengo un poco de cada uno de los adjuntos que me guiaron durante la residencia. De cada uno he cogido lo que más me aportó en su día y ahora me veo como una mezcla de todos ellos. Una mezcla que puede que no sea la mejor, de hecho siguen faltando ingredientes que irán llegando poco a poco, pero gracias a la cual soy quien soy.

Es evidente que también me han influido las personas que quiero, que me aguantan y me enseñan cada día y mis propios pacientes, esos de los que no paro de aprender (como os he dicho más de una vez).

Ya que es la primera entrada del año y es tiempo de ponerse algún que otro propósito, hoy me pondré tan sólo uno y es que espero poder aportar algo a quienes se crucen en mi camino. Siempre que pueda enseñar lo más mínimo, por simple que sea, si está en mi mano lo intentaré y, cómo no, seguiré totalmente receptiva a todos quienes con su día a día vayan poniendo su granito de arena en mi persona.




"Hay alguien tan inteligente que aprende de la experiencia de los demás". 
Voltaire

PD: Como podéis ver, llegué a casa y pude "rematar" la entrada :)