Hoy, a las 15:00 h, se cumplen 4 años desde que se fue y, si bien el tiempo va cerrando poco a poco esa herida que en su momento sentí nunca se cerraría, sigue estando ahí y algo me dice que nunca cicatrizará del todo. Siempre le echaré de menos, siempre, sólo que parece que al final es cierto eso que dicen del paso del tiempo y voy aprendiendo a llevarlo mejor.
Los 26 años menos 9 días que pude disfrutar de él me llenaron de buenos momentos y recuerdos que le mantienen conmigo a pesar de su ausencia:
Sus besos antes de acostarse; cómo me enseñó a conducir y a arrancar cuesta arriba sin que que se me fuera el coche y cuando, tras pasar unos días en Tenerife con un coche alquilado dando vueltas por la isla, me dijo que eso fue lo que me enseñó a "conducir de verdad, a defenderme con el coche"; cómo me enriqueció con su pasión por la música clásica y me llevó a mi primer concierto en el Teatro Real; el día que, mientras íbamos juntos a por los periódicos, me animó a hacer Medicina. Su forma de apoyarme siempre, siempre... de quererme, admirarme, sentirse orgulloso de mí y hacerme caso cuando le insistía en hiciera una cosa u otra. Tanto es así que, incluso cuando su cuerpo le decía que ya era suficiente, que ya había luchado demasiado, siguió haciéndolo por mí, agotando hasta el último cartucho (ese que ni siquiera tenía). El cómo la noche antes de ingresar en una UCI de la que ya no saldría, intentó tranquilizarme diciéndome que para él la muerte era algo parecido a un sueño y no la temía, que estaba tranquilo y satisfecho con la vida que había vivido, es algo que nunca, nunca, nunca olvidaré. Tanto es así que lo mantengo en mi retina como si hubiera sido ayer.
Seguiría... pero mejor paro porque las lágrimas empiezan a dificultarme la escritura.
Han pasado 4 años y en el último mi vida ha dado un giro importante: por fin soy médico especialista, me he ido a vivir sola lejos de casa y, aunque admito que no lo estoy llevando todo lo bien que me gustaría, me está enseñando a ser independiente. Lo quiera o no, no tengo otra opción y, aunque las lágrimas estén siendo unas compañeras demasiado apegadas, parece que poco a poco estoy consiguiendo acostumbrarme.
Hace unos meses tuve un susto con el coche y el destino quiso que no me pasara nada ni a mí ni a nadie, pero, sin embargo, hace tan solo una semana que mis tíos no pudieron decir lo mismo y mi tío nos ha dejado. Era su hermano pequeño y no paro de agradecer que él no lo haya vivido, ¿estarán juntos ahora? ¿será que ahora tengo un ángel más?
No sé, quiero pensar que están en el mismo sueño y son felices ¿por qué no? Prefiero eso a pensar que ya no son nada más que ceniza. Además, no entiendo porqué él tiene que haberse ido sin tener culpa alguna y sin embargo yo sigo aquí. ¿Por qué pasan este tipo de cosas en la vida? A veces es tan injusto todo...
Para terminar y, aunque pueda pareceros una tontería, he de decir que mi vida sigue avanzando, con sus alegrías y sus penas y, sea lo que sea lo que pasa tras la muerte, nada me impide sentir que sigue aquí, a mi lado, en mi día a día, acompañándome en todo lo que hago y algo me dice que mi tío ahora está donde quiera que esté él y donde algún día estaré estaré yo.