lunes, 4 de octubre de 2010

Hoy han vuelto a recordarme por qué hago lo que hago


Esta mañana ha vuelto a pasarme algo que me ha recordado por qué hago lo que hago, por qué, a pesar de los malos ratos, me gustan tanto mi profesión y mi especialidad y, de nuevo, quiero compartirlo con vosotr@s.

No es que sólo me pasen cosas buenas cuando las escribo por aquí, ni mucho menos, pero es cierto que hoy he empezado mal el día y me ha venido muy bien. Que a una le pasen este tipo de cosas en los malos momentos ayuda mucho. A veces me da la impresión de que se dan más cuando estoy peor pero puede ser que sea porque es entonces cuando las aprecio más.

A lo mejor os parece una tontería, no lo sé, pero a mí me ha supuesto mucho. El caso es que esta mañana he ido a ver a la planta a una paciente a la que traté la semana pasada con radioterapia antiálgica por metástasis óseas y si la hubiérais visto en persona entenderíais perfectamente el por qué de mi alegría.

Se trataba de una paciente mayor, de unos 80 años, que había ingresado por mal control del dolor. Para controlarlo le habían tenido que poner mórficos a unas dosis que la tenían todo el día postrada en la cama, adormilada, sin apenas comer... Pero si se los bajaban el dolor era tal que era preferible que estuviera postrada que con ese tipo de dolores (os aseguro que el dolor de las metástasis óseas es uno de los peores).

Era una paciente mayor, con una enfermedad extendida y, en esas situaciones, son muchas las veces que uno se plantea si tratar o no... La radioterapia supone una serie de días de tratamiento, en una mesa dura (como la de los TAC), con una postura determinada y tiene sus efectos secundarios (como casi todo). Por eso a veces es mejor dejar las cosas como están y no sobretratar.

En este caso, la paciente, a pesar de ser mayor, llevaba una vida bastante activa en su casa (salía al jardin, a comprar el pan, se manejaba por casa...) hasta que empezó con esos dolores que la incapacitaron por completo. Tenía mis dudas sobre lo que sería mejor para ella, pero hablé con sus hijas y decidimos tratarla con la condición de que a la mínima que viera que no lo toleraba bien o no aguantaba la posición... lo suspendería.

Pero a veces los pacientes nos sorprenden, son mucho más fuertes de lo que nos imaginamos, y ella era de ese tipo de pacientes. Se trató, lo aguantó y, el pasado viernes, terminó. Para entonces refería una ligera mejoría en el dolor pero, como continuaba con los mórficos a unas dosis que la tenían un poco grogui, hoy he subido a la planta para ver su evolución y, para mi sorpresa, me la he encontrado sentada en el sillón, totalmente despejada, con un color que hacía mucho que no tenía y una sonrisa de oreja a oreja.

Al verme se ha puesto muy contenta, me ha sonreído y me ha demostrado cómo se mueve, los ejercicios que hace todos los días con los brazos y las piernas para ir cogiendo fuerza... Y, cómo no, me ha pedido que me acercara para darme no 2 sino 4 besos que me han sentado genial! De verdad, como la he dicho a ella, me ha alegrado el lunes. Verla tan bien, con esa alegría, sin dolores, después de las dudas que tuve al principio y de lo dormidita que la tenían los opioides... me ha dado un alegrón indescriptible!!! :-)

Me ha recordado por qué sigo donde estoy, por qué, aunque muchos de mis pacientes no se curen, tengan un mal pronóstico..., si consigo mejorarles su calidad de vida, aunque sea lo más mínimo, habrá merecido la pena. Ahora están planteándose darle el alta a lo largo de la semana y, no sé cuánto la quedará, prefiero no pensarlo, pero si gracias a mi pequeña aportación se controla el dolor y puede irse a su casa, volver a salir al jardin, a comprar el pan... y puede estar acompañada por sus hijos y sus nietos lo que la quede, para mí es más que suficiente.

Esto es todo, como os dije al principio, no es nada del otro mundo, pero a mí este tipo de cosas me hacen ilusión, me "llenan" y me hacen feliz... Ella hoy ha conseguido alegrarme y eso es algo que le agradezco mucho. Ser médico tiene sus malos momentos, pero también tiene sus buenos momentos y estos son tan buenos que hacen que todo, todo, todo merezca la pena.

"La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días."
Benjamin Franklin


7 comentarios:

  1. ¡Cuánta razón tienes!
    Trabajo principalmente en una residencia de ancianos. Llegué hace 14 años y me recibieron con la frase "lo malo de este trabajo es que los pacientes siempre se mueren. A pesar de nuestros cuidados". Eso anima a cualquiera ¿verdad?
    Pero todo depende del objetivo que te marques. Y el tuyo es muy bueno.
    cfisiocenter.

    ResponderEliminar
  2. Gracias! Como siempre!!!
    La verdad es que menudo recibimiento... menos mal que no te echó para atrás esa bienvenida, porque las alegrías que nos dan compensan todo con creces!:-)

    ResponderEliminar
  3. Me alegro, es que los médicos no solo "curan", también "acompañan", "calman", "cuidan" .... y la verdad es que emociona leerte.

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias Juana!
    No sabes lo que suponen para mí comentarios como el tuyo!!! :-)))

    ResponderEliminar
  5. No solo es "salvar vidas"...mucha gente no valora lo importante que es mejorar la situación de alguien, aunque vaya a morir
    Unb eso

    ResponderEliminar
  6. A mi me gusta mucho leer que para un médico recibir cuatro besos de su paciente, es como un "inyección" de alegría que perdura.Los pacientes también tiene efectos...

    ResponderEliminar
  7. Nebulina, ecriteriumes, muchas gracias por vuestros comentarios!

    ResponderEliminar