Hace tiempo escribí dos entradas relacionadas relacionadas con una paciente y mis intentos por animarla:
Pero no se me dio bien. Como dije entonces, no soy psico-oncóloga y animar a veces es algo muy difícil, sobre todo cuando uno se cierra en banda. (No es necesario estar enfermo para saber que eso nos puede pasar a todos, de hecho, a muchos nos pasa).
La paciente acabó el tratamiento radioterápico en Febrero y, aunque le cité para ver la evolución en Marzo, no quiso venir por ser de Murcia y estar en seguimiento por un oncólogo de otro hospital. Le llamamos, supimos que estaba bien, que la razón de no venir era ésa y hasta hoy no he vuelto a saber de ella.
Esta mañana han llamado de la planta de Oncología (donde pasan consulta los oncólogos médicos) y me han dicho que una paciente preguntaba por mí. Extrañada, he preguntado a la secretaria que si de verdad se referían a mí (yo, pacientes privados-privados, veo pocos) y entonces me han asegurado que era así, que se trataba de una paciente que venía a pedir una segunda opinión (como os imaginaréis, cuando es así suele ser porque la cosa no va demasiado bien...) y quería saludarme porque había sido muy agradable con ella durante el tratamiento.
He subido y me ha dado dos besos con la mejor sonrisa que podía ofrecerme en esa situación. Todas las pruebas que habían ido haciéndole durante todo este tiempo estaban libres de enfermedad hasta que lo que creían era un quiste ovárico creció y decidieron extirparlo para asegurarse. Hace unos días le operaron y ha resultado ser un tumor de Krukenberg. En su hospital no le han dado salidas y, aconsejada por una amiga que también se encuentra en un momento difícil, ha ido a pedir una segunda opinión. Cierto es que, si bien no tiene buena pinta, en esos casos uno se agarra a un clavo ardiendo si es necesario y por una segunda opinión no pierde nada.
No sé qué pasará, si al final irá a intentar agotar hasta el último cartucho en mi hospital o no, pero lo que sí que sé es que ella tenía miedo a algo que al final a pasado y si antes estaba desanimada, ni os cuento ahora...¿Cómo se pueden sacar fuerzas de dónde no se tienen? Sé que son muchos pacientes los que lo consiguen, que siguen sonrientes hasta en el peor de los momentos, pero llegados a este punto lo de animar, si antes era complicado, ahora...
Mi intención no es acabar negativa, con la conclusión de que estas cosas a veces pasan, sino pensando que la paciente se llevó un buen recuerdo de mí y, a pesar de todo, ha querido verme y va a luchar por vivir todo lo que pueda.
La vida es así y, cuando menos te lo esperas, te sorprende. Tiendo a pensar que si la enfermedad reaparece o progresa a pesar del tratamiento, los pacientes no querrán saber nada de mí, más aún si se trata de pacientes que lo han llevado mal (anímica o físicamente). Pero no es así, no te lo echan en cara. Cierto es que no es por mi culpa, lo sé, pero es inevitable pensar que has fracasado y la enfermedad va ganando con ventaja.
Esta mañana ella ha conseguido poner luz a un día gris. Disgustada por la progresión, saber que ella tiene un buen recuerdo mío me ha animado mucho. ¡Ojalá haya suerte!