Después de una semana llena de altibajos he llegado al viernes totalmente renovada. No sé si será porque tengo el fin de semana libre o porque he decidido mirar las cosas desde otro punto de vista y ver siempre el vaso medio lleno, pero el caso es que hoy, además de estar mejor, he aprendido mucho de un pequeñajo de 3 años al que estamos tratando. ¡Si le vierais! Es alucinante, de verdad, ójala fuéramos todos como esos pequeños ante las dificultades, las enfermedades con tratamientos largos y duros...
El pobre, a sus 3 añitos, ya se enfrenta a una recidiva de su enfermedad y alucino con lo rápido que ha aprendido que tiene que tratarse... Al principio, lloraba de una manera... (verle así dolía muchísimo) Pero en 3 días ya ha asumido que "es lo que toca", nos conoce a todos (médicos, técnicos, enfermeras...) Y llega a primera hora de la mañana con la sonrisa puesta, dispuesto a "portarse muy bien", y nos tira cada beso!!! ufff!!! No os imagináis qué ricos saben! ;)
Y eso en 3 días, de verdad, no sé por qué estos pequeños lo llevan todo de otra manera. De hecho son capaces de animar a sus padres... Increíbles! Dignos de admiración, tenemos tanto que aprender de ellos...
Lo dicho, sólo quería compartir esta anécdota con vosotr@s. Ahora el renacuajo nos alegra cada día en el servicio. Ya puedes llegar triste, enfadad@, preocupad@... da igual, es verle sonreirte lanzándote esos besos tan buenos mientras te dice que hoy se portará muy bien que cómo no vas a sonreír. Y no sólo éso, sino que te das cuenta de que deberías intentar ser como él...
En fin, con esta pequeña reflexión me despido, buen fin de semana a tod@s!