Estos meses han dado para mucho y quería plasmar en el blog algo que no quiero olvidar: Por muy estresados que estemos, por muy mal día que tengamos, por muy mal organizado que esté todo... nuestros pacientes no tienen la culpa, son personas que por lo general no están ahí por gusto y no podemos perder la humanidad.
No sé si seréis de los afortunados que nunca han estado al otro lado en la consulta, como pacientes o como acompañantes o si, aún habiéndolo estado, nunca habéis llegado a vivir situaciones que os gustaría que hubieran sido de otra forma. Si es así me alegro mucho, porque es que todo va mejor de lo que siento, pero personalmente me he sorprendido olvidando ciertas cosas y de ahí que haya decidido escribir una serie de cosas que considero importantes y a la vez fáciles de llevar a cabo. Tanto que por eso mismo a veces se pasan por alto:
1.- Cuando pedías pruebas a vuestros pacientes y os encontráis sentados frente a ellos en la consulta de resultados, por favor, no tardéis mucho en dárselos. Muchas veces sentimos que no es necesario decirlos según entran porque esperamos que estén bien, lo vemos como una rutina donde todo va bien y asumimos que el paciente al vernos tranquilos ya sabe que está todo bien, pero no, nada más lejos de la realidad (salvo excepciones). Y en mi caso ante todo lo digo por lo vivido como familiar, siento que el corazón me va a mil por hora y una sensación de angustia que no sé explicar pero seguro que los que hayan estado en una situación similar la conocen. Soy la primera que hay veces que lo olvido cuando me encuentro en revisiones oncológicas anuales pasados los primeros 5 años, pero da igual el tiempo que pase, el miedo sigue ahí y es que, cuando ya hubo una vez que las noticias fueron malas, es difícil no sentir el miedo a que vuelva a ser así y vuelva a aparecer.
2.- En la línea con la anterior, no pedir pruebas innecesarias y coordinaros con el resto de compañeros que siguen al paciente evitando que tenga que ir al hospital más veces de las necesarias, con todo lo que eso supone.
3.- No olvidéis la amabilidad y la empatía, por difícil que resulte algunas veces. Tanto los pacientes como sus familiares no están frente a ti por gusto y quizá haya veces que los nervios les traicionen y te contesten de malas maneras... y no digo que todo sea admisible, pero tenemos que intentar entenderles y, si finalmente no conseguimos encajar como sus médicos hablar con otro de nuestros compañeros y plantear el cambio de médico por el bien de los dos (esto no suele pasar pero en el caso de no conseguir encajar con el paciente es la mejor opción).
4.- Intentar sonreír siempre que sea posible. Mejor aún, intentar sacarles una sonrisa siempre, incluso cuando las cosas no vayan tan bien como nos gustaría. Es cierto que hay ocasiones que eso es imposible pero hay otras donde aunque las cosas no vayan de todo bien, sí que hay algo positivo y eso es lo que debemos intentar resaltar, haciéndolo todo más llevadero sin dejar de ser realistas. A mi forma de verlo, fomentar el desánimo siendo seco, directo y demasiado negativo, dando datos estadísticos que no te han pedido no ayuda nada salvo que el paciente lo demande, en cuyo caso claro que que hay que darle todos los datos que tengamos.
5.- Cuando tengáis una urgencia donde el paciente se ponga muy malo y sea necesario llamar a varios compañeros, pedir pruebas de imagen, analíticas... y todo para tenerlo ya, por favor, en el momento en el que ya no seáis imprescindibles, pensad en la familia e informarla. Si no podéis salir vosotros decirle a algún compañero que esté más libre que lo haga. Sé que si se trata de una urgencia donde no se tiene claro lo que le pasa al paciente es difícil decir mucho que pueda tranquilizar a la familia, pero si esa familia ha visto cómo les pedíais que salieran de la habitación y cómo pasaban un montón de médicos, enfermeras, auxiliares... no está tranquila ni mucho menos y agradecerá cualquier información que le deis. He llegado a ver cómo salían varios médicos escalonadamente y sólo se quedaba uno con el paciente para acompañarle a la prueba y ninguno era capaz de pensar en esa familia que estaba esperando en la puerta de la habitación a que alguien les diera algún tipo de información, ¿os parece normal?. Aunque la misma sea que no saben qué le pasa exactamente y tiene que hacerle más pruebas, da igual, ya con eso están mejor. Cuando era residente y tenía guardias de Oncología, me enseñaron algo muy importante y es que si un paciente se ponía muy malo de repente y cuando nosotros llegábamos estaba atendido por nuestros compañeros de medicina interna, nosotros teníamos que leer la historia, ver el pronóstico de la enfermedad y de la situación y salir a informar a la familia, que el paciente estaba en buenas manos y a familia seguro que necesitaba información.
En fin, quizá a muchos de vosotros estos pequeños consejos os parezcan tonterías pero son cosas que yo he agradecido siempre que me he encontrado al otro lado y de ahí que haya querido compartirlas en el blog.
Muy buena reflexión sobre el término humanidad. Gracias por el trabajo.
ResponderEliminarGracias Tere por esta reflexión. Entre más pasan los años, se hace más importante recordarlo y replantearse la manera de hacer medicina.
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